sábado, 19 de diciembre de 2015

justin se cuela en mis sueños (2)

Hacía frío, llevaba un gran abrigo y un jersey bastante gordo, Justin y Lisa iban dados de la mano delante de mí. Nos dirigíamos hacia el centro comercial. Justin llevaba un gorrito rojo que le hacía mucho más sexy.
Entramos en el centro comercial y fuimos a la primera tienda, Lisa cogió miles de modelitos y fue corriendo al probador de chicas. Yo me fui hacia la zona de ropa de chico ya que siempre encuentro algo mejor que ponerme, suelto y calentito. Como había menos cola en los probadores de chicos decidí entrar a esos, no era la primera vez que lo hacía. De repente, mientras me probaba la ropa, alguien entro en el probador y me tapó los ojos. No me asusté porque sabía perfectamente quién era, Justin. El perfume que llevaba se podía oler a cien manzanas, además siempre que había estado con él olía igual. 'Justin, sé que eres tú' - susurré. A continuación me quitó las manos de los ojos y me puso una bufanda como venda, no podía ver nada. Empezó a acercar sus labios a los míos hasta que se juntaron, esta vez ambos teníamos los labios cortados y fríos, pero poco a poco, mientras pasaba el tiempo, el beso era más cálido. Yo contaba los segundos que pasaban, parecían minutos e incluso horas. Justin me agarró por el cuello mientras me seguía besando, entonces susurró, 'esto te va doler',  así fue. Mientras me besaba y me agarraba empezó a morderme el labio, pero no de forma cariñosa, lo hacía fuerte, queriendo rasgar el labio. Tras varios mordiscos la sangre empezaba a caer por mi labio y mi barbilla. Fue como la herida del brazo, no tan doloroso pero aún así dolía, lo mejor de todo es que como siempre el dolor no superaba a lo que sentía, a como me hacía sentir él.
Aún seguía con los ojos vendados, estaba helada, Justin me había quitado la camiseta y los pantalones. De repente algo helado recorrió mi espalda, era un cubito de hielo. La espalda me ardía del frío, me estaba quemando. A su misma vez él me daba besitos por donde el hielo había pasado.
Paró, y susurró, 'el amor, conmigo sobre todo, duele' y se fue. Me quité la bufanda y me miré en el espejo. Mi labio estaba lleno de sangre y mi espalda roja, tenía una línea por toda la columna vertebral roja, y con marcas de sus labios hechas con mi propia sangre. Me puse la ropa y salí de los probadores y fui a buscar a Lisa.