jueves, 2 de abril de 2015

Dos manos que se unen.

Me encuentro tumbada en un sofá o en una cama -no se aprecia con claridad- diría que es una cama por su gran amplitud. Estoy muy cansada, como si miles de estanterías llenas de libros hubiesen caído sobre mí, el caso es que no sé por qué estoy tan derrotada, apenas tengo fuerzas para pensar en alguna hipótesis sobre mi situación. Giro un poco mi cabeza, para cambiar de posición y puedo verle. Está muy cerca de mí pero no llegamos a tocarnos, -oh, por eso hasta ahora no sabía que estaba allí-. No sé por qué pero desde que me he dado cuenta de que él se encuentra junto a mí puedo escuchar con claridad su respiración. Es algo cansada, intentando inhalar lo máximo posible pero con poco esfuerzo. Sé qué está en un momento parecido al mío por ello. Su brazo derecho está estirado y tiene la manga de su sudadera gris bastante manchada, puedo ver su mano, tiene una forma perfecta. Mi brazo también está estirado sobre la cama, tengo la mano algo doblada y apenas me quedan fuerzas para colocarla bien, aunque me duele mucho la muñeca y sé que si lo hago estará mejor no puedo malgastar mi energía en ello, necesito respirar con profundidad o de algún modo moriré -no estoy segura de cómo yo misma estoy llegando a razonar todo esto-. De repente, noto que varios de sus dedos se mueven lentamente, queriendo llegar a mí, y que están estirándose todo lo posible. Me doy cuenta de que es él, la persona más perfecta que puede existir en el mundo, la persona que me va a despertar de esta catástrofe -no sé cómo, pero lo sé-. Decido utilizar la poca fuerza que me queda para colocar bien mi mano y llegar a la suya, aunque me ahogue en el intento sé que merecerá la pena. Entonces nuestros dedos se rozan, su piel está helada pero me gusta, alargo todo lo que puedo el brazo y entrelazo con fuerza mis dedos con los suyos, hasta que nuestras palmas también se juntan. Duele pero a la vez es placentero, es lo mejor que me podía haber pasado en toda mi vida -y eso que mi vida antes era muy bonita, o eso recuerdo-. Me arde el pecho pero tener su mano con la mía tapa cualquier dolor que tengo. Muero apaciblemente junto a él.

-Lucy

'creer que olvidar es mejor que lo demás'.

Creía que le había olvidado, que solamente era un capricho de un par de meses, una obsesión de esas mías. Por unos días pensé que no me importaba, que le había dejado atrás porque realmente no fue nada. Pero, aún sueño con él y por las mañanas es lo primero en lo que pienso, miro cada cinco minutos el móvil para ver si hay algún mensaje nuevo, (como si me fuera a decir hola o buenos días).
Aunque eso no pasa, ni si quiera se limita a saludarme por la calle, qué divertido. Por eso creí que le había olvidado, porque yo soy fantasma para él y quizás me hice una ilusión de haberlo superado, de haber dejado pasar el tren para buscar uno con un destino mejor, pero joder, yo quiero ese tren y aunque tenga que recibir golpes o balas, lo quiero, aquí.